viernes, 21 de septiembre de 2012

Sleeping Dogs


   Muchos jugones, especialmente los que se sienten atraídos por los coches, los tiros, los coches y los tiros, pero logran asomar la cabeza más allá del territorio Rockstar, conocerán True Crime. Se trata de un juego de Activision, con una secuela más que olvidable, que trataba de un policía duro, al más puro estilo Jet Li, en su enfrentamiento con diversas organizaciones del crimen organizado, principalmente ruso y chino. El juego destilaba originalidad por su planteamiento, su jugabilidad, y su historia, que se veía bifurcada en dos ocasiones y ofrecía distintos finales (algo poco habitual en un sandbox). La franquicia tenía que derivar en True Crime: Hong Kong, una tercera entrega en la que se rescataba el espíritu de la primera parte (volvamos a olvidar la segunda), pero sufrió varios percances hasta ser cancelado. El juego del que hablaremos hoy, Sleeping Dogs, es nada más y nada menos que esa entrega perdida de True Crime, que fue rescatada por Square Enix (y de qué manera).

Concepto principal

   Wei Shen es un policía (tranquilos, lo descubrimos nada más arrancar la historia) que vuelve a su ciudad natal, Hong Kong, para infiltrarse en la Triada a través de viejos contactos de su infancia. Esta idea no sólo se presenta de forma claramente cinematográfica, tratando de engañarnos al principio, sino que constituye el punto central del argumento. En todo momento, Shen se verá a uno y otro lado de la ley, llegando a situaciones en las que parece no tener quien le cubra la espalda. Las misiones se inician al estilo tradicional del sandbox, pidiéndonos que acudamos a un punto marcado en el mapa y dándonos cierta libertad sobre qué linea queremos seguir en cada momento.
   Además de nuestra propia experiencia, podremos estar conectados en todo momento a una comunidad social en la que veremos comparadas nuestras puntuaciones, a modo de competición pasiva, y algunos otros datos.

Estética

   Sleeping Dogs no pretende mostrar nada fuera de lo normal, en cuanto a su ambientación realista, pero es precisamente por ello que muestra unos escenarios y personajes que no desentonan en ningún momento. Cabe destacar el diseño de la Hong Kong virtual, en la que descubriremos escenarios que maravillarán nuestros ojos occidentales, poco acostumbrados a esa clase de vistas. Los personajes, las situaciones y los escenarios, se sincronizan a la perfección, permitiendo así que la condición social de un secundario se vea reflejada en su vestimenta, aunque trate de ponerse elegante para una celebración.
   Sobre el otro gran apartado del género, los vehículos, no se puede decir nada positivo ni negativo. Los modelos se inspiran en vehículos reales, y son realizados correctamente, sin un sistema de daños demasiado realista (cosa que llega a agradecerse, dada la cantidad de colisiones que sufriremos).

Historia

   Éste es sin duda el punto fuerte del título. Aunque no posee la característica de su predecesor, y el argumento no se bifurca, ni varía debido a nuestras decisiones, la historia, la forma en que está narrada, y sus personajes, logrados hasta el detalle, nos captará desde el principio. Se trata de un verdadero homenaje al cine negro, tanto chino como americano, con algunos guiños fácilmente reconocibles, pero perfectamente incluidos en la narración.
   En lo que respecta al protagonista, las relaciones con el resto de personajes lo llevan a verse personalmente afectado por lo que les sucede, y se encuentra siempre en un equilibrio precario entre el deber ante la policía y el honor ante sus hermanos en la Tríada.

Mecánica

   El sistema de conducción, que es principal en la mayoría de sandbox, es sencillo, de tipo arcade, e ideado para poco más que los traslados de un lugar al otro, y algunas carreras. Lo mismo sucede con los disparos desde vehículo, que pecan de fáciles, pero forman parte inevitable de la narración.
   Tratándose de un sucesor de True Crime, los combates mano a mano eran indispensables, y el sistema de pelea está muy bien integrado. Ofrece una fluidez y variedad de movimientos que nos hace disfrutar de las peleas, recompensándonos por nuestra originalidad, y la espectacularidad con la que despachamos a nuestros rivales. Las técnicas de combate más poderosas las aprenderemos encontrando unas estatuas que debemos llevar a nuestro viejo dojo, labor que realmente merece la pena.
    El movimiento a pie nos lleva en más de una ocasión a persecuciones a la carrera, durante las cuales, con una buena sincronización, podemos presionar el botón pertinente para sortear obstáculos, sin perder tiempo, en carreras de estilo parkour.
   Por último, la mecánica de disparos, está construida sobre la idea de movernos constantemente por el escenario, saltando sobre parapetos para entrar en un slow-motion que nos permita acabar con el resto de tiradores. Aunque el sistema de apuntado no es nada del otro mundo, y no nos permite disparar a grandes distancias, la idea principal del juego es alargar este modo ralentizado para coser a tiros, literalmente, a cualquier amenaza.

Sensación final
 
   La historia no tiene bajones. El ritmo de desarrollo está bien construido, y la acción no cesa ni un instante, ofreciendo escenas trepidantes, pero también momentos emotivos, conversaciones simpáticas y algunas risas. El punto fuerte del título está en sus personajes, de los que nos encariñamos o a los que odiamos, y la presionada psique de Shen, al que la crueldad del mundo del crimen le afecta cada vez más, llevándolo al límite.
   Terminar la historia principal, los casos policiales, y el resto de misiones secundarias, lleva el tiempo suficiente para quedar satisfecho, pasando de las diez horas. Para los completistas, el mapa esconde cientos de coleccionables, que llevarán unas cuantas sesiones más.

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